Y sin embargo una mujer como Usted y un
hombre como yo,
no coinciden a menudo sobre la tierra.
Joseph Conrad
INMENSOS
Fue él mismo, hace unos días,
el que aseguró que no le gustan los aniversarios. Por eso tal vez, me decido a
escribirle tan tarde, tan lejos de su cumpleaños, tan de domingo sin nada que
celebrar. Y es que, no le gustan los aniversarios. Ni la gente cutre, ni la que
se conforma después de perder, ni los perros. No le gusta decir te quiero. No
le gusta hablar por teléfono. Pero le gusta el círculo que dibujan cuando están
juntos y lo cierto es que lo están todo el tiempo, uno en cada punta.
Lo cierto es que a mi me
gusta mirar el círculo y saber que cuidan de él, en sitios a dónde él mismo no
me deja llegar.
A algunos he tenido la suerte
de verlos crecer. A otros, les han adoptado en los lugares que el Marqués iba
rindiendo a sus pasos. Así de fácil. Así es como le gusta hacerlo.
Lo cierto es que me gustan
mucho. Son INMENSOS.
Comenzando por él…Por el
Marqués: capaz de liderar una pandilla de esquimales en media hora si es que de
casualidad se decide a mudarse allí para expandir el negocio de los iglús
prefabricados y la pesca artesanal con caña de palo en agujero en el hielo,
mientras una hawaina ataviada con su traje tradicional te trae un gin tonic y
te llama Señor. Algo que sonaría del todo inverosímil para cualquiera menos
para el Marqués, que si se lo propone consigue inversores para semejante
majadería en el tiempo que tarden en beberse tres copas. Es el maldito rey de
la fiesta. Y si no le haces caso te gritará, y lo peor, es que a ti te parecerá
bien. Te parecerá bien porque es domingo
y sabes que en un apartamento de alguna calle de Modena esta él con unos
pantalones cortos inmundamente viejos y feos, pensando que desde su salón se
oyen los discursos de Jav, que ha decidido que hoy no es buen día para estudiar
porque si lo hace, corre el riesgo de acabar demasiado pronto y eso no le daría
la suficiente ventaja a Rajoy: la carrera hasta la Moncloa debe estar igualada,
y por tanto, es mejor que Mariano empiece desde allí. De otra manera sería
demasiado fácil.
Está el Marqués en Modena con
los pies sobre la mesa contemplándose unas piernas finas como el bambú pero
peludas como las de una araña, y es capaz de oler lo que Xisco trajina entre
fogones, derrochando un talento que el mundo entero se está perdiendo cada vez
que abre un libro de economía.
Esta en Modena pero si pierde
la calma siente el influjo enorme y hechizante de una secuoya igualmente enorme…
siente el influjo de la calma propia del que ha sufrido lo que no le tocaba.
Siente el influjo de alguien que se toma la vida de otra manera, porque
mientras los demás siguen jugando, él ya llegó al nivel de Sensei hace muchos,
muchos años. Por eso el Marqués sólo le enseña a él lo que le duele. Por eso el
Marqués le escucha siempre, sin importar cuantos litros de Tanqueray empapen la
charla.
Esta en Modena, pero si ellos
cierran los ojos, le ven sentado en el sofá del Cuartel General Sales 28, donde
yo ahora veo a Chamorro, con su eterno buen carácter, con su eterno take it
easy, y lo siento antagonista al frenético ritmo mental del Marqués. Tan
antagonista y tan imprescindible para él. Porque así es Chamorro,
imprescindible…
Esta en Modena y no será la
última vez que te grite, pero te dará igual porque si juegas con él a pares y
nones siempre pierdes y acabas limpiando la casa a ritmo de una irritante
canción infantil de Youtube. Y días como hoy, tan de domingo sin nada que
celebrar, puedes recordarlo y echarte a reír, como cuando Sito se levantaba día
tras día en Sánchez Barcaiztegui, tras una feroz batalla con un despertador que
le situaba en Vicálvaro un par de horas antes, jurándose que ese día sería el
último, a la vez que sabía, que una tarde más el Marqués volvería a convencerle
y juntos serían, una noche más, Don Quijote y Sancho Panza.
Esta en Modena y Taitus en
algún otro lugar que no sé decir, pero les oigo picarse a su modo habitual
desde twitter. A su modo habitual. El marqués lo sabe, Taitus nunca pierde el
ritmo. Que Taitus nunca pierde el ritmo y que Nacho y Alba siempre le darán
razones para no dormirse en los laureles: al Marqués le gusta mucho competir, y
con ellos, siempre hay rival, si eres el más guapo y el más listo, que te
cueste merecerlo.
Esta en Modena y apuesto a
que echa de menos esos viernes en los que aparecía Elías con su coche y su gran
sonrisa, dispuesto al jolgorio que el Marqués tuviera establecido en ruta para
ese día. Porque es así. Él organiza, pero siempre le siguen. Quieren seguirle.
Y a él le gusta seguir a Litos. Las cosas que no le gustan, le gustan si son
con Litos: hablar por teléfono, tocar a Boston, hablar del amor y boxear. Es
así. Litos es el tendón de Aquiles del Marqués. Y mi favorito, las cosas como
son…
Aunque si he escrito esto, es
porque creo que son INMENSOS, ellos y los que no caben aquí pero que están y
saben que están. INMENSOS por darle a mi hermano el mejor cumpleaños de su
vida, el mejor abrigo al que ir a arroparse cuando las cosas se ponen feas y el
cielo amenaza tormenta. La mejor tirita para cuando lo que duele está demasiado
dentro como para enseñarlo. La mejor compañía para invitar a bailar a la vida.
Es así. Aunque todos discutan cuando acaba la liga del Comunio, el círculo es
el círculo, no se rompe, no se vuelve triángulo, no se deshace. Es círculo y es
INMENSO.
FELIZ CUMPLEAÑOS MARQUÉS.
INCREIBLE!
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