miércoles, 8 de enero de 2014

A ti, político.

A ti, político:

No voy a empezar esta carta ni este año haciéndome la víctima. No contaré que a los veintisiete años he asumido que ya no hay tiempo para mi vocación. Que con dos carreras y tres idiomas me buscaré la vida con lo que va quedando. No pediré que me cuelguen el cartel de héroe si me tengo que marchar, mochila al hombro, a hacer las Américas. Porque no es justo. Otros lo hicieron antes que yo. Hubo otros a los que no les preguntaron si ser carpintero era el sueño de su vida o simplemente era, como me temo, lo que la vida les iba dejando. Porque en la vida como en la selva, se sobrevive: nadie le pregunta al elefante si su sueño es ser gimnasta rítmico. Ya sabe que no. Que su papel es otro. Los felices años prósperos nos hicieron creer que todo era perseguir sueños, por inútiles que fueran. Por imposibles que se presentaran.
No voy a empuñar la bandera de esa generación obligada a marchar. A renunciar. Y no lo voy a hacer por una simple razón: he crecido de cojones.

Pero no te confundas. Eso no quiere decir que te otorgo carta blanca. No te equivoques. Porque lo que no puedes hacer es pedirme un esfuerzo tumbado en tu hamaca. No puedes exigirme que me conforme con un salario bajo cuando tú no te tocas ni un sólo céntimo del tuyo; del que te paga la sociedad por tu obra faraónica de partirte las neuronas ideando un aeropuerto sin aviones, una ciudad de la justicia sin jueces u otra ingeniería de postín.
No me pidas que pague mis multas con los bolsillos llenos de monedas que no son tuyas, porque si tú y tus amigos os vaciáis esos mismos bolsillos y lo juntamos, tenemos para salir de esto, prestarle algo a Italia y pagarnos unas cañitas.
Me revienta que les exijas a los ancianos que elijan entre comer o pagar sus medicinas desde un restaurante de lujo porque no te sale de las narices ahorrar en dietas absurdas o en asientos de primera clase en los aviones, olvidándote de que les debes a ellos tu sillón de piel en el escaño. Sí, se lo debes. Fueron ellos quienes apretaron los dientes, sacaron a este país de un agujero y lograron que estuvieras tú ahí sentado y no un militar. Ellos pelearon por una democracia que tú mancillas con tus mentiras mientras lanzas a tus perros de hacienda para que a nadie se le olvide un sólo céntimo en el cajón de casa. No vaya a ser que te toque volar en turista.
Me avergüenza que te rías de los autónomos que van a trabajar con fiebre para sacar su negocio adelante y ¿por qué no? crear los puestos de trabajo que tú no creas mientras aportan lo que ganan sin ayuda de nadie, a un plan de pensiones privado. Eres un valiente que se ríe de ellos desde la tranquilidad de un sueldo vitalicio. Desde tu pensión máxima por la puta cara.
Les has pedido a los jóvenes durante años que se formen. Que estudien. Que no abandonen uno de los diecisiete sistemas semieducativos que diseñan tus colegas y demás caciques autonómicos a su antojo y conveniencia para luego reventarles las tasas en cifras cercanas a la Universidad privada. Todo, para lograr un título que díficilmente les salvará de la precariedad laboral que permites en tu patio de recreo. Les dirás que para no quedarse en casa y buscar su oportunidad se conviertan en el eterno becario que hace las delicias de tu amigo el empresario que se ve bien nutrido de obra de mano barata y cualificada los trescientos sesenta y cinco días del año.
¿Cómo duermes de noche? Demasiada gente lo hace con frío por tus tasazos indiscriminados. Has decidido meterte en la cama con banqueros y millonarios mientras te odian profesores, médicos, barrenderos, enfermeros, mineros, estudiantes... ciudadanos en general, para no hacértelo largo, los que pagan tus platos rotos, tus desastres, tu maldito sueldo... Y cuando les has cabreado tanto que te han inundado las calles mientras tu colega el poderoso te cerraba la puerta en las narices, has decidido prohibirles manifestarse. No vaya a ser que se te salga de madre la casa de putas esta que tienes montada a costa de la ignorancia y del crédito al portador. No se puede consentir Señor Político. No se puede y no se debe, porque a España ha llegado el hambre por la puerta grande y tú, político, sólo te arrodillas para practicarle felaciones a los titiriteros de este circo de marionetas y no para pedirle perdón a un pueblo que nunca debió confiar en ti ni en tus adláteres, los actuales y los pasados. Y si 2014 viene lo más mínimamente compasivo, por la misma puerta que entraron el hambre y el paro, deberías salir tú. Pero tranquilo, sin miedo, que emigrar esta de moda, que es instructivo, puede que te quedes sin derecho a sanidad, pero tranquilo, que son nuevas experiencias. Así que ya sabes, recoge tus cosas y lárgate lo más lejos que te lleven tus millones robados, pero no se te olvide, por favor, llevarte contigo a tus amigos. Que de golfos, está España llena.

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