Se define la anestesia como falta o privación general o parcial de la sensibilidad.
El primer antecedente del Desfluorano, que es lo que se utiliza hoy en día en quirófano, fue obra de un español, el Doctor Ramón Llull, en 1275. Posteriormente, Frobenius, químico londinense, le dio el nombre de “éter” del griego “cielo”…
Hasta que tú, una tarde de verano tardío, como para reírte de tanta eminencia, lo renombraste como: “No-Es-Por-Ti,Es-Por-Mi”. Inyectándome, de esta forma, el avance de lo que estaba por decir a modo de anestesia que poco tenía que ver con el cielo. A mis escasos diecisiete, apreté los dientes, aferrándome a la definición de dignidad por no llorar desde el principio. Así de intenso es el amor adolescente. Así de estúpido.
El caso, es que, tras tu particular dosis de éter, tras tu intento de insensibilizarme, esgrimiste sin mirarme, un montón de palabras que tal vez, en algún momento desde su nacimiento, intentaron ser razones para hacerme largo lo que en realidad era un No Te Quiero.
Forzabas una mueca triste desde tu vals con el suelo, que puede que tan sólo fuese resaca de la noche anterior o producto de la ligera amenaza inconsistente de conciencia. Y así de estúpido es el amor adolescente. Y así de inútil tu anestesia. Tu éter. Y tu cielo reconvertido a infierno a ojos de mis cortas miras de minimujer enamorada, menguada, encima, por la escasa visibilidad que restaba tras la máscara de promesas mentirosas que yo quise creer para justificar el sexo y asumir, como tu desfluorano, que “no-era-por-mi,sino-por-ti”.
Han pasado muchos veranos desde aquel. He crecido. Y aquello tan dramático, resulta ser ahora muy divertido. Lo patético de la situación, lo hace tierno. El primer corazón roto. Y tus amigas recordándote que tan sólo es un cabrón insensible y que no por ello, dejas de tener todas las opciones intactas con las demás ranas que saltan por la charca. Príncipes o no, ranas de momento.
Y hasta hoy, he de decirte, que no hay príncipes. Que fuiste el único y el más falso. Que la realeza no camina a solas en torno al estanque, por muy bien disfrazados que vayan. Te diré, que el príncipe se hace con la combinación adecuada. Se hace cuando llega la mujer que lo convierte en alguien digno de corona… La rana se hace hombre cuando quiere, y a mi hoy me quieren tanto, que no es príncipe, sino Rey.
Te diré que debo agradecerte tu anestesia porque hoy hace posible al Rey.
Que agradezco tu éter porque me dio las herramientas para llegar hasta aquí… Para saber alejarme a tiempo o a destiempo, pero alejarme, de bufones, dictadores y carceleros. Y hasta de encantadores de serpientes…
Que me enseñó que con los buenos también se termina a veces, y que cuando eso pasa, es mejor sin anestesia. Las cosas claras para no romper la fina cuerda que sostiene al respeto, tan indefenso últimamente…
Me enseñó que siempre yo en el centro de mi mundo.
A no hacerme ideas y disfrutar las realidades.
Tu pinchazo fue el comienzo de un aprendizaje que no terminará nunca, y por Dios que no termine, pero tuvo una primera y clara lección: yo jamás he “abanderillado” a alguien con el “no-es-por-ti,es-por-mi”. Es patético, cobarde e indigno hasta para una rana verde, viscosa y sin príncipe.
Al despertar del desfluorano lo supe: Yo no quiero ser princesa.
Quiero ser mujer y que me quieran bien.
COMO SUENA, SIN ANESTESIA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario