viernes, 11 de mayo de 2018

Aquella noche


AQUELLA NOCHE

11 de mayo. 365 noches después de AQUELLA NOCHE. Os escribo desde el mismo sitio en el que estaba entonces a esas horas de AQUELLA NOCHE de hace un año, con vuestro padre al lado, como entonces. Y no, no lo hago en vuestro cumpleaños que será mañana. Lo hago un año después de AQUELLA NOCHE. Porque fue el instante en el que me di cuenta, de que doce horas más tarde iba a ser madre. Vuestra madre. Mamá.

Ya no queda mucho de aquella barriga inmensa que os hacía de casa. Que resultó no ser suficiente como para cobijaros hasta la semana 37. Que a pesar de triplicarme en tamaño se os quedó pequeña en la 35. Que me condujo a AQUELLA NOCHE antes de la cesárea programada que tuvimos que decidir doce horas antes. Había llegado el momento y yo no estaba preparada.
Creo que nunca se está preparado para la bofetada de amor más intensa que uno recibe en su vida: oír llorar por primera vez a su bebé. Y yo iba a poner la otra mejilla, una por cada uno. 

Ya no queda mucho de aquella barriga. Ni de AQUELLA NOCHE. Porque fue la última antes de aprender qué significa que alguien te importe más que tú mismo. Porque fue la última antes de saber que los límites que pensabas que tenían tu mente y tu cuerpo estaban muy, muy lejos de tus verdaderos límites. Fue la última antes de que ordenaseis mi mundo apareciendo en pareja, con tres minutos y  cincuenta gramos de diferencia. Fue la última antes de que desordenarais mis prioridades haciéndolas descaradamente vuestras. Fue la última que pasé sin darle las gracias a vuestro padre cada noche, mientras duerme, por regalarme dos trocitos suyos, que ahora son nuestros. Fue la última que viví sin miedo: que ahora me da miedo todo, todo lo que pueda haceros daño y sobre todo saber que de esos daños, hay muchos que no puedo ni podré evitaros. 
Fue la última antes de vosotros. Fue la última antes de que me tatuarais el corazón de un arañazo, aún metidos en una incubadora que me recordaba que no fui capaz de daros casa hasta que estuvierais preparados, pero que me demostró que hasta con 17 grapas y el abdomen abierto en canal me mantuve en pie para haceros de fuerte, de castillo, de hogar. Que con él somos casa, y lo seremos siempre. No importa con cuantas grapas. No importa con cuantos golpes. 

AQUELLA NOCHE. La noche antes. Antes de mañana, que han pasado 365, que cumplís un año. Que no lo hemos debido hacer tan mal, porque encendéis la luz con vuestra risa, y esta casa, a partir de AQUELLA NOCHE, parece una verbena. 

Feliz cumpleaños, ranitas.