miércoles, 14 de mayo de 2014

Si quieres volver, te presto mi aire.

Últimamente leo mucho y escribo menos.
Y mira que lo intento. Me esfuerzo, le doy vueltas al papel, me siento, me levanto…
Pero no sé qué poner. Porque no quiero hablar de ti y es lo único que me sale.
No quiero escribirte a ti. No quiero reconocer que aquí estoy, otra vez. Que aunque te fueras, sigo aquí y no he dejado de quererte ni un instante.
Ya debería ser hora de que asuma que nadie va a contestar a estas cartas, que no hace falta que pierda más tiempo, que tú ya te has marchado, que debió ser mucho antes.
Entonces me da rabia.
Y sigo cabreándome de vez en cuando, porque veo que podríamos haber solucionado las cosas antes. Tal vez hubiéramos ganado algo de tiempo; pero nunca te convenció mi manera de hacer las cosas, no al menos según qué cosas; así que terminaste por no hacer nada. Terminaste por enterrar la cabeza en la tierra, como las avestruces, hasta que nos quedamos sin aire en tu agujero. Hasta hoy, que ya no tiene sentido que yo te diga que te presto mi aire si quieres volver. Que tengo para los dos. Que de lo que tengo, siempre he tenido suficiente para los dos.
¿Y sabes qué? Fue mi cumpleaños hace unos días.
No me va mal. Quitando que no puedo llamarte para decírtelo, no me va mal.
Encontré un buen trabajo.
Mientras firmaba el contrato me pregunté si estarías de acuerdo. Si, como yo, piensas que llega un momento en el que tienes que asumir que no se puede perseguir un sueño toda la vida, que hay prioridades, que hay obligaciones, que los cuentos no siempre son reales…
Creo que te gustaría lo que hago. También pienso que tú lo harías mucho mejor que yo. Pero me defiendo. Y te recuerdo.
Me gustaría saber qué estás haciendo. Cómo te va. Y si te acuerdas de mí. Puede que hayas preguntado por ahí, disimuladamente, como quien no quiere la cosa, como tú solías hacerlo… Y si la respuesta te entristece, cambiarás de tema con una broma. Que en el fondo lo tengo claro, que sí, que me echas de menos.
No sé si seguirás viendo, sin ver por los nervios, los partidos de Rafa Nadal. Hace poco le daban por terminado. Y ahí que vuelve siempre, a la carga. Me pregunto qué te pasó a ti que eras tan como él, si llegaste a rendirte o es que ya no podías más aunque quisieras.
Nunca fuiste mucho de fútbol. Pero no te perdías mis noticias. Y lo veías más para ganar más que compartir conmigo; aunque nunca nos faltara algo para compartir. Lo hacías así y a mí me gustaba tu forma de hacerlo.
Tal vez ya sepas que esta liga no la quiere nadie. Que el Atleti es la sorpresa de la temporada. Y que sigo acordándome de ti cada vez que sale Messi. Que lo odiamos, no creo que haya cambiado; hay cosas que nunca se las lleva el viento. Y que me acuerdo de ti cuando sale Messi, cuando me río, cuando sale el sol, cuando vuela un pájaro, cuando me subo al autobús, cuando conduzco, cuando desayuno, cuando suena la alarma y cuando te vuelves tan insoportable en tu ausencia que se me acaba el aire, son sólo algunas de esas cosas que no se llevan ni viento ni tiempo, y que tú tal vez sepas también, como lo de que odiamos a Messi.
A lo mejor tú te acuerdas de mí cuando marca Benzema. Puede que aún pienses que defiendo mis ideas aunque me quede sola contra el mundo.
Hay Mundial este verano. Y a mí se me eriza la piel cuando pienso que ya han pasado cuatro veranos desde aquel julio cuando te lloraban los ojos de orgullo. Cuando nos compinchamos para poner mi nombre en lo más alto de la lista. Cuando aún pensábamos que quedaba una vida por delante.
Y lo que ha pasado mientras tanto es la vida sin saber si eres más feliz desde que te fuiste.
Y aunque sé que no contestarás, me hace bien escribirte. Como a ti te hizo bien, en su momento. A pesar de que empezaras a escribirme tarde.
Porque eso es así: tú no tendrías que haber esperado tanto para escribirme y yo tendría que haber tardado menos en llevarte la contraria.
Pero todo esto nunca te lo diré.
Aunque no haga falta.
Porque hay cosas que se saben. Sin más. Las sabes tú y las sé yo. Por lo que nos une. Porque por más que te alejes nunca será suficiente. Siempre correremos detrás el uno del otro. Por más tiempo que pase.

Y que si algún día quieres volver, te presto mi aire.